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David inmortaliza la ira de Aquiles en una obra maestra

David, conocido por su estilo sobrio y detallado, recurre a la mitología griega para representar una escena de Ifigenia en Áulide, tragedia escrita por Eurípides.

David inmortaliza la ira de Aquiles en una obra maestra

Ubicada en el Kimbell Art Museum en Fort Worth, Texas, La furia de Aquiles, una pintura al óleo de 105 x 145 cm, es una de las obras más representativas del pintor neoclásico Jacques-Louis David. El título original en francés, La fureur d’Achille, ya sugiere el poder y la tensión que se despliega en la escena. David, conocido por su estilo sobrio y detallado, recurre a la mitología griega para representar una escena de Ifigenia en Áulide, tragedia escrita por Eurípides.

El cuadro retrata un momento crucial de la mitología griega: la decisión del rey Agamenón de sacrificar a su hija Ifigenia para apaciguar la ira de la diosa Artemisa. Todo comenzó cuando Agamenón, arrogante y despreocupado, mató a un ciervo en un lugar sagrado y alardeó de ello. Enfurecida, Artemisa, conocida también como Diana en la mitología romana, detuvo los vientos que impulsaban la flota griega hacia Troya. El único modo de aplacarla y continuar con su misión era un sacrificio terrible: la vida de Ifigenia.

En la escena, vemos al célebre héroe Aquiles, quien, iracundo ante la injusticia del destino de la joven, está a punto de desenvainar su espada. Sin embargo, es detenido por la presencia imponente de Agamenón, quien, con su semblante severo y su mano alzada, ordena a Aquiles que se calme. Esta interacción simboliza el choque entre la furia del héroe y la autoridad implacable del rey.

En el centro de la obra, entre estos dos poderosos hombres, está Ifigenia. Vestida de blanco y adornada con una guirnalda de flores, sostiene una ramita de olivo, un símbolo de pureza y paz. Su expresión es serena, casi ausente, aceptando su destino con una calma que contrasta con la furia de Aquiles. Esta tranquilidad, conocida como “calma estoica”, refleja la actitud griega de aceptación frente a la adversidad. Aunque su sumisión puede desconcertar al espectador, la representación de su serenidad añade una capa de complejidad emocional a la escena.

A su lado, Clitemnestra, la madre de Ifigenia, sostiene con ternura el hombro de su hija mientras mira con ojos llorosos a Aquiles. Su presencia refuerza el drama emocional de la escena, acentuando el sacrificio personal que Agamenón está dispuesto a hacer por el bien de la expedición.

Jaques-Louis David
Francia, 1748–1825

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La maestría de Jacques-Louis David

A pesar de que el fondo del cuadro es relativamente simple, con cortinas rojas y un paisaje mínimo, el verdadero foco de atención son los personajes y sus expresiones. Jacques-Louis David, uno de los exponentes más destacados del neoclasicismo, logra capturar a la perfección los sentimientos y la tensión que se despliegan entre los cuatro protagonistas. La mirada tajante de Agamenón, la ira contenida de Aquiles, la serenidad de Ifigenia y el dolor de Clitemnestra son detalles que enriquecen esta obra.

La furia de Aquiles es una obra que encapsula la tragedia y el sacrificio en la mitología griega, mientras muestra el dominio técnico y emocional de Jacques-Louis David. La obra invita a reflexionar sobre los límites de la autoridad, el sacrificio y la aceptación del destino, recordándonos la complejidad de las relaciones humanas y divinas en la Antigüedad.

Con información de HA!

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